Crítica: "Black Widow"de Cate Shortland
- Luis Javier Sanchez Gomez
- 15 jul 2021
- 3 Min. de lectura

No se puede negar que, después de largo tiempo de ausencia, se ha tenido una inherente expectativa por el regreso del Universo Cinematográfico de Marvel a la pantalla grande. Aunque claro está que la productora se ha mantenido activa gracias a las exitosas series en plataformas de streaming, concentrándose en historias alternas a lo sucedido en “Avengers: Endgame” (2019), el público en general ha presentado un involuntario desinterés de lo que la extensa saga de películas puede ofrecer en un futuro, debido a la brecha de tiempo entre hoy y el día del último título estrenado.
Sin embargo, la inquietud del fanático devoto, acerca de cuál sería el siguiente paso en cuanto a la famosa saga cinematográfica, se ha mantenido a la espera de una continuación; es por ello que dichas preocupaciones fueron apaciguadas con el estreno de “Black Widow”, trabajo al cual se le asignó la responsabilidad de demostrar y recuperar el poder que Marvel ha tenido en las salas de cine.
Scarlett Johansson regresa a interpretar el reconocido papel de Natasha Romanoff, que, ubicada en eventos posteriores a “Capitán América: Civil War” (2016), busca una vida de aislamiento para dejar su vida como súper heroína atrás. Sin embargo, su pasado la persigue al recibir contacto de su hermana perdida Yelena, interpretada por Florence Pugh, una espía que intenta derrocar a la llamada Habitación Roja; una asociación secreta dedicada al secuestro y uso de mujeres jóvenes para fines de control mundial. De ellas depende aliarse y encontrar la forma de poner fin a los responsables de, no solo las villanescas acciones mencionadas, sino de también darles el tortuoso pasado que constantemente las persigue.
Al tratarse de un título de Marvel, es claro que existen ciertos estándares, tanto técnicos como estéticos, que se esperan y que sin duda en esta ocasión son alcanzados sin problema alguno. Aunque el factor de ciencia ficción es relativamente reducido a comparación de otros títulos, “Black Widow” logra las emociones de adrenalina y diversión distintivas de la saga gracias a su elaborado trabajo de edición y complejas coreografías durante sus escenas de acción.
Con ello, lo que presenta la directora Cate Shortland son secuencias que llegan a igualar el distintivo estilo que dejó marcado el dúo de los hermanos Russo en pasadas entregas; no solo ello, se distingue, hasta cierto grado, para que el film no recaiga como un título genérico dentro de la saga. La manera en la que logra esto último es con la inclusión de un tono de violencia levemente aumentado a comparación de lo presentado en títulos pasados, lo cual provoca pequeños shocks encargados de despertar intriga en el espectador, al igual que dar la sensación de estar presenciando algo nuevo sin salir de lo ya conocido.
Otra virtud distintiva de “Black Widow” es que se puede encontrar una marcada elocuencia por parte de los realizadores al presenciar narrativa que siempre se mueve hacia adelante. En cada escena siempre sucede algo que añade riqueza a la historia ya sea de manera explícita con las acciones de sus personajes, o implícita con el desarrollo de sus temáticas, que giran alrededor de aspectos como la familia, el perdón y la redención plasmados en las complejidades emocionales e interacciones entre cada uno de sus personajes principales.
Cabe mencionar que el mencionado desarrollo temático, aunque efectivo para añadir complejidad a la constante carga de acción, resulta ser un pequeño, más no grave, tropiezo. Debido a que se quiere mantener un equilibrio entre carga emocional y entretenimiento explosivo, existen ocasiones en que el ritmo del film pierde consistencia, donde, en ciertas escenas, muy poco sucede en mucho tiempo a comparación de la naturaleza acelerada de la trama. La inconsistencia de dichas escenas y el nivel dramático que manejan hacen parecer que el reconocido talento del elenco, añadiendo nombres como el de Rachel Weisz y David Harbour, está siendo desaprovechado.
Sin embargo estos factores, a final de cuentas, no resultan ser defectos que arruinen la experiencia que se trata de ofrecer al público. Terminan por ser nimiedades a comparación de los múltiples y emocionantes momentos que se presentan; además del cómo Florence Pugh brilla con su interpretación de Yelena, destacando con los matices emocionales que su papel demanda, sosteniendo al film en su aspecto dramático casi por completo.
A final de cuentas, “Black Widow” representa un simbólico retorno de Marvel a la pantalla grande. Al presentar un título emocionante y apto para la diversión de todo público, la famosa productora le hace recordar a su público lo que la volvió el titán cinematográfico dominante de la pasada década. Aunque no perfecta, deja un recordatorio y un aviso de lo que está por venir.
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