Crítica: "Jojo Rabbit" de Taika Waititi
- Luis Javier Sanchez Gomez
- 4 feb 2020
- 4 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 29 de enero de 2020.
Siendo sinceros, la comedia cinematográfica se habría quedado estancada de no ser por la fresca propuesta del director neozelandés Taika Waititi. A través de creativos chistes y excéntricos personajes, presentados en obras como “Eagle Vs Shark” (2007), “Entrevista Con Unos Vámpiros” (2014) e incluso trabajo televisivo con “Flight Of The Concords” (2007-2009), Waititi dejó una marca como autor de la disciplina al proporcionar carcajadas astutas alejándose de las propuestas cómicas que dominaban el cine comercial, ganándose así un seguimiento por fanáticos de culto y el reconocimiento por parte de la mayoría de la crítica.
Sin embargo, su nombre comenzó a hacer revuelo hasta el momento en que se le invitó a dirigir “Thor: Ragnarok” (2017), una película de súper héroes en el que Waititi logró captar la atención de las masas al proporcionar su peculiar visión cómica al tan amado género cinematográfico. De esa forma, el público en general se mantenía expectante de cual sería el próximo título de su autoría. Aquí entra “Jojo Rabbit”, su primer obra original en el espectro comercial que toma riesgos y demuestra que tiene más que ofrecer además de solo ratos amenos de diversión.
Ubicada en los últimos años de la segunda guerra mundial encontramos a Jojo, interpretado por el nuevo talento Roman Griffin Davis, un niño alemán perteneciente al partido nazi que tiene como sueño ir al campo de batalla y formar parte de la guardia personal de Hitler. Aun con ello en mente, sus perspectivas y su estatus social se encuentran en una situación delicada al descubrir que Elsa, una niña judía interpretada por Thomasin McKenzie, vive escondida entre las paredes de su hogar.
A simple vista, la premisa y el personaje de Jojo puede causar polémica debido a la sensibilidad del contexto histórico, aun así, esperándose de alguien como Taika Waititi, logra alejarse de controversias al demostrar una excelente ejecución y tratamiento de un perfecto tono de comedia negra a lo largo de todo el film. Los créditos iniciales son un claro ejemplo de ello, donde con brillante edición y al ritmo de una versión alemana de ‘I Want To Hold Your Hand' de The Beatles, transforma fragmentos de la propaganda “El Triunfo De La Voluntad” (1935) en un video musical que pinta a Hitler como una estrella de rock; una idea que parece inflamatoria pero es pintada de manera tan ridícula que se vuelve hilarante a los ojos del público. Seguido de ello, el astuto diálogo escrito, humorísticas situaciones y perfecta actuación del elenco toman la batuta para dar forma narrativa y conceptual a la obra, manteniendo así éste fuerte tono de humor negro.
Cabe destacar que, aun teniendo la comedia como herramienta principal de entretenimiento, “Jojo Rabbit” contiene una gran complejidad al presentar el conflicto bélico e ideológico desde la perspectiva inocente de un niño de diez años. Lo que la distingue de otras películas con el mismo propósito e incluso la misma aproximación de la inocencia, como visto anteriormente en “El Niño Con El Pijama De Rayas” (2008) por ejemplo, es que evade la obvia ruta de la melodramática declaración política característica del género bélico y presenta un magnifico despliegue de conceptos emocionales abstractos a través del desarrollo de su protagonista.
Jojo no es inocente porque sea un niño que no sabe qué es lo que sucede, lo es porque tan solo sigue la corriente de lo que cree que es mejor sin una clara distinción del bien y el mal. Su contexto social le ha vendido la idea de que debe cumplir un rol en medio de la guerra debido a sus rasgos arios, y se lo cree a tal grado que, incluso después de un accidente con una granada, busca contribuir a la guerra de cualquier forma posible.
Sin embargo, lo que hace a Jojo uno de los personajes mejor escritos de los últimos años es el cómo su ideología es puesta a prueba tan solo con lo que percibe a su alrededor; ello sólidamente construido por el contraste entre las enseñanzas sobre el amor y la bondad por parte de su madre, interpretada por Scartett Johansson, las lecciones de empatía y coexistencia manifestadas cuando conoce a Elsa y las extremas ideologías de odio y patriotismo personificadas en un Hitler que lo acompaña como su amigo imaginario, interpretado por el mismísimo Waititi.
Es por ello que el ejercicio de introspección de Jojo, al cuestionar lo que conoce, y la formación de su carácter se vuelven el atractivo principal del film, donde el diálogo se vuelve la espina dorsal más que las acciones y situaciones en las que se envuelve nuestro protagonista; todo ello con una lista extensa de carcajadas de por medio.
Cabe añadir que parte de la solidez de esta evolución narrativa es el como los realizadores logran una magistral transición de lo que en un momento se pintó como divertido a ser algo siniestro y perturbador. La obra logra poner al espectador, al igual que a Jojo, cara a cara con la horrible realidad de la violencia bélica, en secuencias donde la muerte de la inocencia se vuelve un daño colateral del contexto social en el que la historia se lleva a cabo. De esta forma, Waititi presenta una clara evolución y madurez de su visión cinematográfica al invitar al público a hacer el mismo ejercicio introspectivo de Jojo, el cual culmina con la lección de que para lograr un cambio efectivo en las problemáticas de nuestra realidad inmediata, primero debe cambiar uno mismo, todo ello sin recaer en predicaciones poco sutiles y sin descuidar la comedia que lo catapultó en primer lugar.
Es por eso que, fácilmente, “Jojo Rabbit” es una película que logra ser más que la sátira que dibuja en primera instancia. Es una divertida exploración de la conciencia, formada por el talento guionístico de su autor, que se vuelve una experiencia única y memorable. Hasta ahora, no será el título más divertido del neozelandés, pero si una de sus ideas mejor puestas y construidas en pantalla.
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