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Crítica: "El Rey León" de Jon Favreau

  • Foto del escritor: Luis Javier Sanchez Gomez
    Luis Javier Sanchez Gomez
  • 25 jul 2019
  • 3 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 25 de julio de 2019.

La tendencia de Disney al rehacer sus animaciones clásicas hoy en día ha sido el núcleo de discusión entre los fanáticos y la crítica. Aunque muchos seguidores satisfacen sus exigencias nostálgicas y las reseñas ovacionan los paradigmas técnicos que el estudio ha superado, ambos lados del debate concuerdan que muchos de estos títulos realizan el descaro de proporcionar exactamente las mismas historias sin aportar ni una pizca de originalidad, dependiendo mucho de estratégica publicidad y el legado de las obras clásicas para llegar a ser relevantes en las salas de cine.


La excepción a la regla puede ser referida a “El Libro De La Selva” (2016) de Jon Favreau, ya que ha sido el único caso de los remakes de Disney que realmente demuestra aportación conceptual a la historia previamente conocida acompañada de un increíble despliegue técnico ovacionado de manera universal. A simple vista, resulta una decisión segura el dejarle a cargo a Favreau la responsabilidad de poner en pantalla, una vez más, el clásico intocable “El Rey León” (1994), proyecto que llega ésta semana a las salas de cine y que busca el mismo resultado que tuvo “El Libro De La Selva”, aportar nuevas ideas manteniendo la esencia de su predecesora al igual que el encontrar su propio despliegue e identidad artística; tareas que definitivamente son presentadas con cuestionables resultados.


Es claro que lo primero que se hace notar de la obra es la increíble calidad de la animación y el excelente trabajo de luz y color que conlleva la fotografía. Ambos aspectos definen la propuesta y el tratamiento foto-realista del reino animal que no dejan de sorprender al espectador con cada toma presentada y atrapa visualmente sin ningún problema. Cabe añadir que, aunque se trata del aspecto técnico de la película, afecta de manera directa a la narrativa, marcando una evasión completa de cualquier aspecto caricaturesco y poniendo énfasis en el esencial drama teatral de la historia.


Es mientras la obra se adentra cada vez más en la historia donde la solidez de la propuesta se ve claramente debilitada por sus propias ambiciones narrativas. Como se había dicho previamente, el título busca el equilibrio entre el respeto por el material de origen y la distinción por sus propios méritos, es por ello que los realizadores buscan expandir y complementar ideas previamente vistas en la obra del noventa y cuatro; lazos familiares, identidad, propósito y responsabilidad por mencionar algunos. Sin embargo, se hace clara distinción de cuando una escena se vuelve complemento de éstas ideas y cuando es una descarada redundancia que se percibe como relleno sin propósito alguno.


Dicho aspecto no es el único que saca al espectador de la realidad cinematográfica que ofrece el film pues tal afirmación se puede referir de igual manera al trabajo en la dirección de doblaje. Aunque la película cuenta con excelentes interpretaciones, distinguiéndose más que nadie a Chiwetel Ejiofor como Scar y a James Earl Jones retomando su papel como Mufasa, no se puede decir lo mismo de los seleccionados para los protagonistas Simba y Nala, interpretados por Donald Glover y Beyoncé respectivamente. Aunque sus voces resultan un deleite escuchar durante los números musicales, se hace notar la poca experiencia que ambos actores tienen en la actuación de doblaje pues, en escenas de gran intensidad dramática, descarrilan la teatralidad de la historia y la rebajan a un nivel sumamente melodramático quitando todo poder e impacto de lo que pudieron haber sido grandes reinterpretaciones de las clásicas escenas de su predecesora.


A final de cuentas, después de todo lo mencionado, la experiencia que ofrece ésta nueva versión de “El Rey León” no es una que de pueda desechar fácilmente. Aunque, en términos narrativos, la película no logre satisfacer, el despliegue técnico de sus elementos y las decisiones creativas realizadas serán las culpables de que el espectador quiera regresar por más. Aun así, resulta una tragedia que tal demostración de talento cinematográfico sea etiquetada como una película que no ofrece nada original a la mesa, al igual la mayoría de los remakes que Disney ha ofrecido en los últimos años. La obra desgraciadamente no llega a hacer suficiente para resaltar aunque definitivamente trata de hacer algo nuevo y fresco con la clásica de los noventas.



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