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Crítica: "Diamantes En Bruto" de Benny & Josh Safdie

  • Foto del escritor: Luis Javier Sanchez Gomez
    Luis Javier Sanchez Gomez
  • 4 feb 2020
  • 3 Min. de lectura

Siendo directos, “Diamantes En Bruto” es una de las experiencias mas fuertes y efectivas que ha visto en pantalla, ello a manos del equipo de autores en ascenso compuesto los hermanos Safdie, famosos por su ópera prima nominada a la Palma De Oro “Good Time: Viviendo Al Límite” (2017).


El film sigue a Howard Ratner, interpretado por nada mas y nada menos que Adam Sandler, un traficante de diamantes, adicto al basquetbol y las apuestas, en medio del salvaje mercado joyero de Nueva York. Howard se encuentra envuelto en varios predicamentos, su negocio pasa por una crisis financiera, sus violentos acreedores están constantemente acosándolo para recibir la siguiente paga y su matrimonio está al borde del divorcio. Sin embargo, sus motivaciones toman una nueva energía al momento que su tienda recibe una rara gema conocida como el ópalo negro, una joya originaria de la comunidad judía en Etiopía valuada en más de un millón de dólares, depende de Howard encontrar al mejor postor antes de que a sus acreedores se les termine la paciencia.


En si, queda claro que los realizadores presentan una poética exploración de la extravagante cultura consumista norteamericana. Para solidificar este concepto, el personaje de Howard menciona varias veces que al ver a través del ópalo es como ver a través del universo, acción que es realizada por un par de mineros africanos al encontrar dicha gema al inicio del film. Seguido de ello, se presencia el inicio y desarrollo de la trama, llena de excesos, dinero y violencia en las que queda una inherente reflexión sobre la codiciosa filosofía capitalista estadounidense; que dicta el tomar todo lo que uno pueda a cualquier costo y sin ningún remordimiento moral. Sin embargo, éstas ideas son exploradas desde un plano superficial sin ninguna aportación significativa ni innovadora para la temática; además de que ello ha sido presentado muchas y de mejores maneras en películas como “La Gran Apuesta” (2015) o “El Lobo De Wall Street” (2013) por ejemplo.


Cabe mencionar que a pesar de ello, “Diamantes En Bruto” se vuelve una obra memorable ya que la convergencia entre su despliegue técnico y sus elementos narrativos brillan fuertemente por encima de su concepto. Su fotografía a base de intensos y saturados colores, elaborado trabajo de montaje y la abstracta banda sonora a base de sintetizadores electrónicos, son factores que dejan una clara atmósfera de agresividad abrumadora; ello acompañado por las excelentes actuaciones por parte de todo el elenco destacando sobre todo a Sandler en el papel principal. Todo lo mencionado se encuentra en un constante malabar audiovisual, marcando un acelerado ritmo que no deja respirar al espectador, donde incluso los descansos narrativos no se sienten como tales, ya que se encuentran en continua búsqueda de aportar cierto grado de adrenalina y ansiedad a la agresiva atmósfera.


Es así como el espectador no tiene más opción que someterse al constante bombardeo de situaciones que el film pone en pantalla, donde uno no puede seguir el ritmo y procesar lo que acaba de suceder en una escena cuando ya hay otra presentándose ante sus ojos. Y aunque éste tipo de aproximación narrativa puede percibirse como contraproducente en una gama general, la obra logra que funcione; logra que el público esté consiente de la ansiedad, los riesgos y la gran caída que Howard puede sufrir en caso de fallar tan solo por unos milímetros en sus cálculos monetarios, haciendo que cada momento clave de la trama contenga cierta impredictibilidad, así como una fuerte catarsis emocional; preparando así el terreno para una apuesta final que llega a sentirse como propia, en uno de los mejores clímax narrativos que se haya visto en el año.


Aunque “Diamantes En Bruto” sea una experiencia cinematográfica espléndidamente armada y presentada, el despliegue de sus elementos la califica como una obra no hecha para todo tipo de público. La intensidad de sus escenas y el agresivo ritmo narrativo llegan a ser abrumadoras dejando una sensación de incertidumbre y desorientación en aquella audiencia que no pueda seguirle el paso. Sin embargo, aquel que logre conectar con la presentación y la naturaleza de sus temáticas, tendrá ante sus ojos una de las mejores películas de 2019, una que causa cierta obsesión en querer revivir la experiencia una vez más después de que los créditos terminan de correr.



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