Crítica: "X-Men: Dark Phoenix" de Simon Kinberg
- Luis Javier Sanchez Gomez
- 15 jun 2019
- 5 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 12 de junio de 2019.
Es claro que lo que Marvel Studios, a manos de Disney, ha hecho con su universo cinematográfico es el demostrar lo que se puede llegar a hacer con el superhéroe en el cine. No solo ha tenido un éxito rotundo de taquilla, ha logrado poner en evidencia el potencial creativo y artístico que se puede tener con un género que una vez fue subestimado durante las décadas pasadas, pasando de ser obras con meras intenciones comerciales a titanes de construcción narrativa, ejecuciones técnicas sorprendentes y la tendencia predominante del cine moderno.
Con tal poder y presencia, es evidente que el mercado del superhéroe cinematográfico ha tratado de expandirse fuera de los estándares que Disney ha impuesto. Diversos estudios, como DC y Sony por mencionar algunos, han seguido el paso de los talones de Marvel con sus propios títulos y franquicias sin llegar a tener el éxito previamente mencionado.
Uno de estos casos que cabe resaltar es el de la Saga de “X-Men” a manos de Fox, que ha tenido un complejo historial lleno de altibajos. Con la trilogía original (2000-2006), X-Men se posicionó como una de las franquicias más populares del cine durante la década pasada, siendo bien recibida por la crítica y el público en general durante los primeros títulos y siendo castigada de manera universal cuando la tercera parte invadió las salas de cine. La trilogía Wolverine (2009-2017), donde sus primeras dos partes resultaron en un dolor de cabeza para la crítica, demostró una gran evolución con el final que fue “Logan” (2017), llegando a ser tan aclamada al grado de ser nominada al Oscar por Mejor Guión Adaptado, sembrando así la semilla de la seriedad artística con la que puede ser tomada el género fuera de las intenciones comerciales. Y no hay que olvidar al carismático personaje Deadpool que con sus dos títulos bajo la manga ha conquistado a todos con su irreverente humor negro e insolente sátira del cine de superhéroes.
Sin embargo, el caso de la saga que es “Primera Generación” (2011-2019), resulta ser la más solida y aclamada que Fox ha logrado con la franquicia de X-Men. Siendo reconocida principalmente por su calidad de escritura, inventiva en propuestas técnicas y su habilidad por ofrecer algo nuevo sin descuidar las exigencias de los fanáticos devotos, posicionaron a “Primera Generación” como una compilación de obras frescas e increíblemente satisfactorias dentro de un mercado saturado y lleno de competencia. Por ello, las expectativas que se tuvieron con “X-Men: Dark Phoenix”, el más reciente título que marca el fin de la tetralogía, se encontraban en niveles bastante altos que a final de cuentas resultan en ser los culpables de una obra con recepción mixta.
Basada en la famosa historia de comics creada por Chris Claremont y John Bryne, la película continua puntos narrativos sugeridos al final de la pasada entrega. Jean Grey, interpretada por Sophie Turner, se encuentra en un momento emocional muy frágil donde sus poderes psíquicos, los cuales adquieren más fuerza con cada segundo que pasa, están fuera de su control, desbordando varios accidentes que terminan por herir a la gente que le rodea. Jean escapa de su hogar con el fin de encontrar una respuesta a sus ansiedades mientras debe evitar a sus seres queridos y enemigos, que intentan detenerla antes de que su descontrol resulte en el fin de la raza humana y mutante.
En sí, uno de los aspectos por los cuales la película se distingue es la manera en el que los realizadores toman rutas alternas a las conocidas en el género para ofrecer su propuesta. El equipo creativo opta por poner a las escenas de acción y despliegue de efectos especiales en un nivel mínimo para dar pie a que la calidad del guión y la actuación del elenco lideren la experiencia cinematográfica. De ésta manera, y debido a la naturaleza de su premisa, “X-Men: Dark Phoenix” plantea un discurso de cierta complejidad que analiza el peso moral y ético que conlleva la adquisición del poder, que puede tanto llevar a la prosperidad como a la corrupción. Ello no es un elemento que se limita a la obvia metáfora que simboliza Jean, dicho discurso es explorado en varios aspectos al poner a sus personajes dentro de escenarios donde predomina una moralidad ambigua, en los cuales cada uno cuestiona sus propias posiciones éticas preguntándose si el fin justifica los medios; un área donde se demuestra que el poder y las acciones que influyen no son pintadas en blanco y negro, si no en un denso gris que puede denotar distintos tonos e interpretaciones.
Aunque se hace notar que lo mencionado es explorado dentro de un nivel superficial, los guiños y las puertas que se abren hacia la temática resultan suficientes para atrapar al espectador a analizar algo más allá de lo que se presenta en pantalla. Dicha práctica ya ha sido realizada en pasados títulos del género, como “Capitán América: Guerra Civil” (2016) o “Pantera Negra” (2018), pero la espectacularidad de sus respectivas escenas de acción y efectos especiales resultaban ser distractores de sus propuestas discursivas. En el caso de “… Dark Phoenix”, el desarrollo temático se vuelve el atractivo principal dejando en claro que se trata de un título más conceptual que explosivo, similar a lo visto en “Watchmen: Los Vigilantes” (2009) de Zack Snyder.
Sin embargo, aquello que hace resaltar a la obra de igual manera resulta ser un obstáculo que hace denotar en la obra una incertidumbre de no saber que terreno quiere pisar con certeza. La concentración del desarrollo discursivo, de manera colateral, hace que la construcción narrativa presente un ritmo lento y poco fluido donde la calidad del diálogo, que intenta demasiado en ser sutil para fines conceptuales, termina por ser torpe y creadora de varios momentos de incómoda y forzada carga dramática, a pesar de contar con muy buenas actuaciones por parte del elenco. Debido a ello, el film hace parecer que se está presenciando una historia alterna o un apéndice muy aparte de lo que se ha construido a lo largo de las tres películas que le preceden; una versión no oficial de la narrativa que no es digna de ser catalogada como parte de los X-Men y mucho menos ser el final de la saga cinematográfica más exitosa de la franquicia.
Cabe mencionar que no del todo significa que “… Dark Phoenix” sea un título olvidable y de mediocre calidad, ya que a fin de cuentas los defectos y el sabor de boca que deja la obra son claras consecuencias del gran peso que lleva sobre sus hombros. El film trata de satisfacer al público y la crítica al cerrar con satisfacción una tetralogía de gran calidad, al ser la adaptación de un icónico arco narrativo que fue adaptado previamente sin éxito y al tratar de resaltar en el mercado del superhéroe cinematográfico el mismo año en el que se presenció el rotundo triunfo crítico y comercial de “Avengers: Endgame” (2019).
Dichos son factores que obviamente afectan significativamente la perspectiva con la que el film puede ser percibido, ya que poniéndolos fuera de la fórmula, “…Dark Phoenix” resulta ser una propuesta de entretenimiento ligero y competente con atrevidas decisiones creativas que muy pocas veces se ve en películas de su misma naturaleza. Definitivamente será culpable de un rato ameno de diversión a la cual se le añade una pizca de densidad que resulta intrigante de analizar sin ser abrumante para el público casual. No será la mejor película de 2019 pero si llega a ser digna de ser recordada al final del año por sus respectivos méritos.
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