Crítica: "Dulce Familia" de Nicolás López

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 21 de mayo de 2019.

A manos de Nicolás López, director de títulos como “Sin Filtro” (2016) y “Hazlo Como Hombre” (2017), la película “Dulce Familia” resulta ser un producto redundante en el amplio catálogo de comedias mexicanas poco exitosas que no tienen mucho que aportar a la disciplina cinematográfica.

La historia gira alrededor de Tamy, interpretada por Fernanda Castillo, una mujer con sobrepeso que, después de que su pareja le propone matrimonio, toma la decisión de bajar unos cuantos kilos para poder usar el viejo vestido de novia que su madre Verónica, interpretada por Florinda Meza, prometió regalarle cuando llegara el momento. Tal meta le proporciona juicios de su familia y amigos además de una infernal y estricta dieta que pone a prueba su día a día.

Con tal premisa, es claro que las intenciones por parte de los realizadores es el proporcionar una rato de ligero entretenimiento cinematográfico; un espacio donde el espectador casual pueda distraerse sin problema alguno soltando una que otra risa de diversión. En sí, este propósito no necesariamente debe ser etiquetado como un aspecto negativo ya que la mayoría de las películas producidas hoy en día pretenden seguir esa función, con sus propios méritos creativos claro está. Sin embargo, “Dulce Familia” es un grave caso en el que se confunde entretenimiento ligero con mal gusto, ya que se proporciona un despliegue de elementos tan descuidado que se gana el desinterés total del público.

En primera instancia, un aspecto que se torna la espina dorsal del nivel de calidad del film es la carencia de una temática original; la película desarrolla un discurso en el que se exploran y se critican los estándares de belleza física que la sociedad ha impuesto y como uno debe amarse a sí mismo a pesar de los defectos que cuestan trabajo el aceptar, ya sea el problema de peso o la edad por mencionar algunos. Una temática que conlleva cierta relevancia y no está de más digerir de vez en cuando. El problema resulta cuando la obra trata de desarrollar lo dicho de una manera que se ha visto infinidad de veces en la comedia estadounidense a lo largo de la década pasada, a tal grado que, hoy en día, resulta redundante y termina por ser proporcionada de manera extremadamente superficial y forzada.

Hasta cierto grado, lo previamente mencionado es un factor del que están enterados los realizadores, ya que se hace notar un gran esfuerzo por levantar la obra a través de la comedia escrita y la dirección actoral del elenco; sin embargo, ésta alternativa resulta, de igual manera, poco satisfactoria. La pésima escritura del guión y la sobre actuación por parte de todo el talento involucrado hacen que “Dulce Familia” sea percibida como una comedia que intenta desesperadamente y por cualquier medio el sacarle una carcajada al espectador sin tener éxito alguno. Uno no logra conectar con ninguno de los planos personajes, ya que terminan por molestar más que despertar empatía, y la manera en la que los chistes son disparados es de tan pobre cálculo que torna todo en una experiencia incómoda donde los guionistas demuestran gran incompetencia al no saber cuándo ser graciosos y cuando otorgar peso dramático a la obra; todo se torna en una compilación pretenciosa y exhaustiva de escenas pseudo-cómicas que solo demoran el increíblemente predecible final.

Es así como “Dulce Familia”, fácilmente puede ser referida como un film sin ningún aspecto redimible. Ni su mensaje, ni la calidad de su historia, ni la actuación del elenco, ni su concepto de comedia escrita logran convertirla en una obra cinematográfica relevante. Tan solo es un título más que añade un gran peso de mala fama a la ya herida reputación de la comedia mexicana moderna. Definitivamente una de las peores y más olvidables películas que se ha visto en 2019 hasta ahora. Una pérdida de tiempo total.