Crítica: "Corazón Borrado" de Joel Edgerton
- Luis Javier Sanchez Gomez
- 8 may 2019
- 4 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 8 de mayo de 2019.
Desde el estreno e inmediata popularidad de su ópera prima, el actor, y ahora autor novicio, Joel Edgerton ha sido muy bien recibido por parte de la audiencia y la crítica. Con “El Regalo” (2015), el artista australiano recibió ovación al proporcionar un thriller con efectiva construcción de tensión e intentando desarrollar una obra de entretenimiento cinematográfico fuera de las convenciones populares del género abordado; es por ello que se ha ganado el respeto de sus nuevos fanáticos y la crítica se ha mantenido expectante a lo siguiente que presentaría en la pantalla grande, principalmente para resolver la duda de si mantendría el mismo nivel de calidad que “El Regalo”.
En ésta ocasión, las salas de cine reciben al film “Corazón Borrado”, la segunda cinta de Edgerton con la cual demuestra un gran nivel de versatilidad al presentar un drama biográfico de alta calidad analítica después de haber presentado un thriller con meras intenciones de entretenimiento ameno.
“Corazón Borrado” relata la historia real de Garrad Conley, interpretado por Lucas Hedges, un adolescente que, después de salir del closet, su familia, fiel practicante del cristianismo, lo somete a un retiro de conversión anti-gay. La película realiza una crónica de los días de Conley durante ésta etapa y su perspectiva como testigo de dichas prácticas religiosas.
Es claro que, al tratarse de una historia basada en la vida real, el cinéfilo puede predecir qué tipo de tratamiento presenciará en la obra, como escenas melodramáticas o un tratamiento artificial de las temáticas presentadas (factores recurrentes que han llegado a ser clichés y que han puesto al drama biográfico en cierto desprestigio a ojos del público en general). Sin embargo, al igual que “El Regalo”, Edgerton mantiene a “Corazón Borrado” fuera de las convencionalidades del género y aprovecha lo que tiene en mano para proporcionar una profunda obra analítica en lugar de manipular al espectador con emociones simples y construcción narrativa sencilla.
Como se mencionaba antes, en lugar de manejarse de manera lineal, la película presenta su historia como una crónica, trata de hacer a la audiencia testigo de lo que sucede alrededor del personaje principal durante el susodicho retiro religioso. La película logra crear escenas difíciles de digerir, a través de la convergencia entre el trabajo de montaje, diálogo escrito y actuaciones por parte del elenco, que llegan a crear una efectiva empatía; culpable de una pesada sensación de frustración e impotencia al presentar en pantalla los distintos escenarios de humillación y dilemas morales a los que Garrad es sometido constantemente durante la trama.
Aunque lo previamente mencionado forma parte esencial de la experiencia que la película pretende proporcionar, cabe decir que tan solo son herramientas que guían hacia la verdadera razón por la que “Corazón Borrado” brilla como obra cinematográfica; sus aproximaciones técnicas son tan solo utensilios metodológicos para la construcción de un complejo discurso psico-social que se mueve dentro de un nivel introspectivo.
Mientras la vida de Garrad es presentada con saltos narrativos entre el pasado y el presente, el film va hilando un cuidadoso ensayo que desarrolla conceptos como el individualismo y el descubrimiento personal, y como éstos son influidos directamente por la calidad ética y moral del contexto social inmediato en el que el individuo interactúa, teniendo, en éste caso, a la orientación sexual de Garrad contrastando con lo que su familia y comunidad cristiana le han enseñado a lo largo de sus años de vida; en un proceso introspectivo que llega a ser, hasta cierto grado, existencialista. La película no descuida ningún detalle de éste increíble viaje analítico y pone sobre la mesa el inicio de un debate sociológico relevante y de gran complejidad.
Sin embargo, es cerca del final en el que éste proceso analítico cambia de rumbo y culmina de manera irónica más que satisfactoria. Existe un diálogo dicho por Garrad la cual menciona ‘el estar buscando culpables no ayuda en nada’, en referencia a un momento en el que le obligan a definir quién es responsable de su homosexualidad. Esta frase resulta ser un elemento importante del discurso ya que deja en claro que el autodescubrimiento y la identidad individual son procesos, de gran carga ética y moral, en los que uno es el responsable de su propia formación y desarrollo. Es durante los últimos minutos del film en los que el guión abandona la naturaleza introspectiva de su temática para transformarse en una protesta, la cual redacta que las generaciones criadas en las décadas pasadas son las culpables de las angustias y ansiedades introspectivas de las generaciones modernas; y aunque dicha declaración resulta hasta cierto grado relacionada con el discurso previamente presentado, contradice ésta frase sobre la inutilidad de buscar culpables y queda corta como culminación de la gran complejidad conceptual que la película ofrecía en un principio.
Aun teniendo éste factor, no resulta suficiente para descartar la experiencia cinematográfica que Edgerton ofrece con “Corazón Borrado”. Sin duda alguna, aunque sea una película difícil de ver y no apta para público sensible, es un de los discursos audiovisuales más detallados y que mantiene un nivel analítico de gran solidez. De ésta forma, el director australiano deja en claro que tiene el talento y las capacidades creativas para ser un autor cinematográfico con gran diversidad filmográfica. Se estará expectante de lo que Edgerton presentará en un futuro cercano con la seguridad que mantendrá el mismo nivel de calidad que ha presentado en sus primeras dos obras.
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