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Crítica: "Upgrade: Máquina Asesina" de Leigh Whanell

  • Foto del escritor: Luis Javier Sanchez Gomez
    Luis Javier Sanchez Gomez
  • 21 dic 2018
  • 3 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 19 de septiembre de 2018.

Es claro que uno de los atractivos de la ciencia ficción es la convergencia de sus elementos, tanto visuales como narrativos, para la construcción de un discurso sociológico. Estos mensajes desarrollados a través de la pantalla van cambiando conforme a las relevancias temáticas a las que el público contemporáneo muestra interés. Tomando por ejemplo películas como "Naves Misteriosas" (1972) o "Soylent Green" (1973) que hablaban acerca del colapso ecológico y el impacto que tendría en la cotidianidad social en el auge del movimiento hippie de los años setenta; o títulos más recientes como "Ex-Máquina" (2015) que se enfocan en la exploración de las complejidades humanas en una sociedad dominada mayormente por la tecnología.


Existen excepciones a la regla en las que la construcción temática en la ciencia ficción no es la prioridad y el atractivo principal se vuelve la experiencia estética y narrativa que la película ofrece. Tal caso sucede con "Upgrade: Máquina Asesina", un film que no brilla por sus méritos de escritura pero en definitiva es una experiencia técnica única hoy en día.


La obra cuenta, en un futuro cercano, la historia de Grey, interpretado por Logan Marshall Green, un hombre que queda tetrapléjico después de ser víctima de un asalto y presenciar el asesinato de su esposa a sangre fría. Después de conocer su caso, un adinerado científico le ofrece a nuestro protagonista ser conejillo de indias para una nueva tecnología terapéutica que puede resolver su parálisis. Al aceptar y recuperar la movilidad de su cuerpo, Grey descubre que tal tecnología lo han vuelto un súper humano y dedica sus días a buscar venganza sobre las personas culpables de su brutal asalto.


En sí, "Upgrade: Máquina Asesina" no ofrece una premisa innovadora ni relevante para el público cinéfilo. En esencia, la película trata de construir un discurso sobre la deterioración de la condición humana por el exceso en el consumo de tecnología que se vive hoy en día, dejando al aire la pregunta: ¿el hombre es dueño de la máquina que usa o la máquina es dueño del hombre?; una temática que se ha visto demasiadas veces en el cine y que, en éste caso, no aporta algo significativo o único a la mesa de discusión. Cabe mencionar que el desarrollo del contenido, a través de pequeños guiños de pésimo diálogo escrito, hace que la obra sea percibida como un poco pretenciosa, ya que no hay ningún grado de cuidado o sutilidad al momento de proporcionar los elementos narrativos que construyen dicho mensaje.


Sin embargo, aunque las intenciones por parte de los realizadores es el proporcionar un discurso significativo para la sociedad contemporánea, el atractivo principal de la película es su sorprendente y sólido despliegue técnico y como converge a la perfección con su desarrollo narrativo. Aunque la premisa sea una clásica y predecible historia de venganza, con sus respectivos y reciclados clichés, la trama, conforme el avanzar de las escenas, se torna compleja, densa y perturbadora al ver la transformación de Grey de ser humano pensante a una fría máquina asesina.


Así mismo, la estética del film, de igual forma que la narrativa, muestra grandes capas de densidad al lograr presentar y equilibrar la mezcla de varios subgéneros pertenecientes a la ciencia ficción, como el cyberpunk (a través del diseño de sus personajes y dirección de arte), el neo-noir (con su trabajo fotográfico predominado por claroscuros de colores neón), acción (gracias a las sorprendentes coreografías y trabajo de cámara que no hacen más que dejar boquiabierto al espectador) y algunos toques de cine de terror (al presentar de manera abrupta guiños grotescos de violencia gráfica).


Muy pocas veces se tiene el privilegio de presenciar un film de tal ambición y versatilidad que tenga éxito en ser una experiencia cinematográfica gratificante a pesar de su pobre ejecución en la construcción conceptual de su temática. Es por ello, que "Upgrade: Máquina Asesina" es una altamente recomendable pieza de entretenimiento. Una obra que logra hacer que el espectador invierta su atención en el desarrollo de su historia y se torna un deleite visual el ser presenciada. Una joya escondida etiquetada como una de las mejores películas que 2018 ha ofrecido hasta ahora.



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