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Crítica: "Nunca Estarás A Salvo" de Lynne Ramsay

  • Foto del escritor: Luis Javier Sanchez Gomez
    Luis Javier Sanchez Gomez
  • 21 dic 2018
  • 4 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 30 de mayo de 2018.

Existen algunos momentos en el que el cinéfilo moderno se debe detener y hacer la compleja pregunta: ¿Qué es lo que define a una experiencia puramente cinematográfica? O más bien: ¿Qué distingue al cine de todas las demás prácticas artísticas? Las respuestas a estos cuestionamientos sin duda son extensas y de gran complejidad. En la mayoría de los casos del infinito debate, se determina que el impacto y la estética de las imágenes son la característica principal del cine, sin embargo, ¿qué la diferencia de las demás artes visuales como la fotografía o la pintura? Por otro lado se menciona que la escritura del guión y la construcción narrativa de las historias son el aspecto más memorable, pero igual eso es la espina dorsal de la literatura. Algunos radicales mencionarán que la función principal del cine es la comunicación de ideas y emociones, desde el ángulo filosófico hasta los discursos sociopolíticos, aun así eso se puede lograr fácilmente con cualquier otra disciplina existente.


Es claro que el cine es la convergencia de muchas ramas del arte para poder otorgar un producto competente; la imagen, el sonido, la composición de ritmo a través del montaje, la actuación de los elencos etc. Cabe mencionar que, aun teniendo un catálogo infinitamente extenso de títulos memorables y entretenidos, en muy pocas ocasiones, el séptimo arte presenta películas que solo pueden ser vividas y entendidas únicamente con la acción de sentarse en la butaca frente a la pantalla grande; dejar que todos los elementos intervengan en el malabar único y de difícil percepción que ofrece el medio. Se tiene la fortuna de contar con autores modernos con la valentía y el talento suficiente para llevar a cabo ésta compleja, pero compleja, labor artística; de contar con la visión de explotar todo lo que el cine tiene que ofrecer, distinguir la disciplina de todas las demás y, de paso, que sus films logren entrar en ésta reducida y exclusiva categoría de experiencia puramente cinematográfica. Véase por ejemplo "Persona" (1966) de Ingmar Bergman o "Mulholland Drive" (2001) de David Lynch. Así sucede, de hecho, con la más reciente producción de la directora británica Lynne Ramsay, "Nunca Estarás A Salvo"


En esencia, "Nunca Estarás A Salvo" no busca la trascendencia cinematográfica como un rato ameno de entretenimiento, a pesar de que su premisa, por más sencilla que parezca, dé la noción de querer serlo. La película cuenta la historia de Joe, brillantemente interpretado por Joaquin Pheonix, un asesino a sueldo que se ve involucrado en un trabajo que sale de su control... Eso es todo. A pesar de su extremadamente sencillo concepto narrativo, Ramsay logra hacer que todos los factores técnicos y estéticos del film muevan los hilos para la construcción total de la propuesta cinematográfica que le otorga identidad artística al título.


En sí, la exploración del psique de Joe es la atracción principal de la película. Gracias a la actuación de Pheonix se proporciona el elemento físico de su personaje; su postura, dialecto, interacción con su alrededor y violenta metodología de trabajo. Tan solo ello es la punta del iceberg de las complejidades que el personaje presenta. A través del montaje, calculado (y limitado) número de diálogos, compleja coreografía de cámara, la abstracta banda sonora y uso del diseño de audio, se le presenta al espectador un reflejo aproximado del caos mental que Joe carga en cada escena; se conoce su complicada relación paternal, el amor que le tiene a su madre, su perturbada imaginación, su pasado en el servicio militar y, sobre todo, la percepción y deterioro emocional al envolverse en un oscuro estilo de vida.


Sin embargo, la convergencia de los elementos anteriormente mencionados no solo funciona como una herramienta para descubrir al protagonista. El despliegue técnico de "Nunca Estarás A Salvo", añadiendo a la fórmula el exquisito trabajo fotográfico, abraza al espectador dentro de la atmósfera cruel, cruda y violenta que conlleva la estética de la obra.


Tomemos por ejemplo la primera imagen que brota en la pantalla después de los créditos iniciales, un primer plano de la cabeza de Joe envuelta en una bolsa de plástico. Con ésta toma, el espectador es obligado a presenciar cómo, con cada respiro lento y frágil, se produce la falta de oxígeno. Un momento tan estresante y horrible de presenciar pero proporcionada de tal manera que resulta hermoso e intrigante de ver. De ésta manera y en múltiples ocasiones, Ramsay juega con las sensibilidades del público con respecto a la violencia en la pantalla. Aunque las imágenes presentadas son de naturaleza despiadada y deprimente, la magia del film radica en que Ramsay logra la perturbadora mezcla de emociones contrastantes sin mostrar ni una sola pizca de violencia explícita ni morbosa. En cambio, la fotografía, el sonido, la actuación de Pheonix, el diálogo y un sinfín de elementos más, logran crear una perfecta tensión y sombrío ambiente, culpable de memorables momentos que evocaran repudio y admiración simultáneos, al igual que el deseo de no querer parpadear ni despegar la vista de la pantalla en ningún segundo.


Es debido a ello que “Nunca Estarás A Salvo” presenta todo lo necesario para ser catalogada como una experiencia estrictamente perteneciente al séptimo arte. Todas las piezas que juegan en el proceso de la percepción cinematográfica (la imagen, el sonido etc.) tienen un papel específico que aporta lo que debe aportar para presentar y expresar la visionaria propuesta de su autor. Nada es tomado por alto, todo tiene un sentido e intención artística que llega a un nivel en el que si una de las piezas es removida, el film pierde mucho contenido en su propuesta total. Ramsay explota por completo todos los sentidos que el cine puede estimular en la audiencia y lo logra de manera virtuosa y sorprendente.


Muy pocas veces se tiene la dicha de presenciar una película de tal calibre y naturaleza; que sepa jugar bien las cartas y las herramientas técnicas/estéticas a su favor y coloquen en alto a la expresión fílmica como una disciplina artística única y extraordinaria. Definitivamente, “Nunca Estarás A Salvo” demuestra ser una pieza relevante, memorable y hermosa; una experiencia estrictamente cinematográfica que no puede ser entendido o explicado más que por la pantalla misma. No solo es una de las mejores películas que 2017 ofrece, fácilmente puede ser catalogada como una de las mejores películas que la década de 2010 ha ofrecido.


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