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Crítica: "La Chica En La Telaraña" de Federico Álvarez

  • Foto del escritor: Luis Javier Sanchez Gomez
    Luis Javier Sanchez Gomez
  • 21 dic 2018
  • 4 Min. de lectura

Primera vez publicado el Periódico El Mexicano el 15 de noviembre de 2018.

Hace unos años, Stieg Larson proporcionó al mundo una trilogía literaria que ahora es considerada una de las mejores sagas de misterio criminal modernas. A través de estas novelas, Larson ofreció historias excelentemente estructuradas con personajes sólidos y bien definidos que causaron revuelo desde su publicación en la década pasada. Eventualmente, el éxito rotundo no hizo esperar a una adaptación cinematográfica, la cual se presentó con la trilogía sueca "Millenium" (2009), siendo recibida con ovación por parte de la crítica e interés del público.


Aunque su distribución cinematográfica fue limitada y subsecuentes episodios se limitaron a la televisión, la presencia de "Millenium" no se ausentó debido a "La Chica Del Dragón Tatuado" (2011), exitosa adaptación estadounidense, a manos de David Fincher, que mostró una estética más violenta y despiadada de la primera parte y con la promesa de darle dicho tratamiento al resto de la trilogía. El tiempo pasó y la llegada de la segunda parte se vio atrasada por varios años hasta su inevitable cancelación debido a problemas de producción, dejando al público fanático con las manos vacías. Siete años después del estreno de la obra de Fincher, los seguidores de la saga de Larson tienen la oportunidad de cerrar capítulos con el estreno de "La Chica En La Telaraña", secuela/spin-off con distinto elenco y equipo creativo que tiene en mente dos propósitos principales: hacer honor a la entrega de 2011 para satisfacción del público expectante y contener suficiente material para ser considerada una historia independiente de la saga.


La narrativa sigue una vez más a la icónica hacker Lisbeth Salander, en ésta ocasión interpretada por Claire Foy, durante el robo cibernético de un software encriptado que controla el armamento nuclear a escala internacional. Al obtener dicho programa, su misión es interceptada por una banda rusa, operada por su hermana perdida Camilla, dispuesta a lo que sea por el control mundial. Depende de Lisbeth obtener de vuelta el programa antes de que sus antagonistas descifren el código para poder operarlo.


En primera instancia, el tratamiento que el director Federico Álvarez, director uruguayo reconocido por films de terror como "Posesión Infernal" (2013) y "No Respires" (2016), sigue los lineamientos estéticos delimitados por la película de Fincher; con fotografía en donde los colores fríos son predominantes acompañados con ligeros contrastes de rojo y naranja. De igual manera, el diseño de los escenarios en la dirección de arte muestra características de cierta simplicidad minimalística, tan solo expone lo que es necesario en pantalla y no deambula con elementos visuales innecesarios para evitar distracciones en la fluidez de la historia. En esencia, Álvarez hace un excelente trabajo en recrear la atmósfera fría y despiadada por la que la saga es conocida de manera visual, con excepción de que la violencia en pantalla se muestra con cierta timidez y escrúpulos a diferencia de las películas predecesoras, pero resulta un factor que al final no afecta de manera elemental.


Sin embargo, las similitudes visuales son las únicas piezas que unen a "La Chica En La Telaraña" con la saga en su totalidad pues el despliegue de su narrativa deja mucho que desear. El principal obstáculo que la película presenta es la aproximación que conlleva su historia; "Millenium" y "La Chica Del Dragón Tatuado" se distinguen por construir un thriller bien estructurado encargado de invitar al público a resolver el rompecabezas que se presenta en cada una de las entregas. Este nuevo capítulo deja el elemento de misterio y suspenso a lado para otorgar una película de acción genérica hecha y derecha, que trata de legitimizarce como una película profunda y compleja a través de mínimo diálogo y escenas contemplativas, carácter que se inclina hacia la pretensión más que nada.


Cabe añadir que, éstas intenciones de complejidad, no solo se presentan en la construcción y tratamiento de su historia, los populares personajes como la protagonista y su compañero, el periodista Mikael Blomkvist, también se ven afectados dentro del film. En ésta ocasión, la película se enfoca en la construcción emocional, ética y moral de Lisbeth que, en lugar de añadir matices característicos al, ya de por sí, complejo personaje, reducen la credibilidad y perfil previamente presentado, proporcionando la sensación de que se está viendo a un personaje completamente distinto. De igual forma se puede referir a Mikael que, en pasadas entregas funcionaba como pieza elemental para el desarrollo narrativo, su papel en el film puede ser omitido por completo sin consecuencia alguna.


De ésta manera, "La Chica En La Telaraña" queda como una película que trata de malabarear demasiadas pelotas de las que puede; falla tanto en hacer honor a sus predecesoras como en otorgar una historia atrapante y única para tener su propia voz en la relevancia cinematográfica. Claro que la película encuentra su identidad independiente de la saga, pero resulta tan genérica y formuláica que puede ser etiquetada como cualquier película de acción moderna; se pierde dentro del extenso mar de propuestas que el género otorga y resalta únicamente por el renombre de la saga.


Teniendo ello en mente, ésta secuela/spin-off queda corta al alejarse de la propuesta previamente establecida y, aunque sin duda muestra los niveles de una historia competente para el entretenimiento del público, no resaltará en absoluto, quedando olvidada al poco tiempo de dejar las salas de cine. Un ejemplo más del dicho: 'si no está roto, no trates de arreglarlo'.


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