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Crítica: "La Casa De Jack" de Lars Von Trier

  • Foto del escritor: Luis Javier Sanchez Gomez
    Luis Javier Sanchez Gomez
  • 21 dic 2018
  • 5 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 14 de diciembre de 2018.

Si hablamos de figuras controversiales en la historia del cine, ningún artista ha dado tanto de que hablar como Lars Von Trier. Director y escritor originario de Dinamarca, Von Trier se distingue por su inusual aproximación cinematográfica, dedicada más que nada a llevar a la disciplina hasta el límite de sus posibilidades; ya sea rompiendo constantemente las reglas visuales y narrativas delimitadas por el cine convencional u otorgando historias brillantemente escritas con conceptos minuciosamente construidos. No importa si es presentando una cruda exploración de la doble moral norteamericana como lo hace en "Dogville" (2003) u otorgando una fría metáfora apocalíptica sobre la depresión en "Melancolía" (2011), Von Trier es un brillante autor, con una impecable filmografía única en su tipo, en constante búsqueda de nuevas y dinámicas formas de presentar sus obras.


Cabe mencionar que, aun siendo el director de gran reconocimiento que es, el público en general y la crítica lo mantienen en un terreno de recepción mixta, no por la calidad de su trabajo, sino por la figura pública que es dentro y fuera del estudio de grabación. Von Trier ha sido castigado por sus opiniones controversiales sobre temáticas sensibles en varias entrevistas, criticado por la dureza con la que trata a sus distintos elencos y ha sido catalogado como misógino por mostrar siempre a personajes femeninos en constante sufrimiento; pero sobre todo por otorgar historias que desafían las sensibilidades de la audiencia de una manera cruel y despiadada. Esto último no se ha visto a grandes rasgos como en su último trabajo "La Casa De Jack", una violenta película en la que Von Trier pone todo sobre la mesa y puede ser catalogada como su más personal obra hasta la fecha.


"La Casa De Jack" es básicamente presentada como una conversación entre el asesino serial Jack, interpretado por Matt Dillon, y un sacerdote, interpretado por Bruno Ganz. En la interacción, Jack le relata a su juez moral cinco de sus asesinatos más memorables y lo que representaron a dentro de su vida, estos recreados visualmente en su crudo, detallado y explícito esplendor. En cada uno de los casos, Jack toma de la mano al espectador para invitarlo a una exploración retorcida y psicótica de su estilo de vida, sus aspiraciones y su filosofía de vida con respecto a varias temáticas relevantes sobre la condición humana en la vida moderna.


Durante todo el film se mantiene un estilo visual que Von Trier adoptó a mediados de los noventas y que se ha vuelto firma personal del autor. A base de cámara en mano y descuidado trabajo de montaje, se presencia un lenguaje cinematográfico que busca asemejarse a lo visto en el peculiar estilo del documental moderno, reafirmando cierto grado de realismo en cada escena. Es por ello, que cada asesinato relatado por el protagonista se vuelve un reto al ser presenciado, ya que la crudeza puesta en cada momento de perturbadora violencia da la sensación de ser testigo de una genuina escena de crimen, sin ningún filtro que pueda proteger de la crueldad con la que Jack se encarga de sus víctimas.


Cabe destacar que la violencia explícita no es algo con lo que Von Trier no esté familiarizado, ya que constantemente la utiliza por meras metas narrativas y metafóricas. Sin embargo jamás se le había visto tan despiadado como en éste film; hace parecer que quiere punzar a su audiencia, hacerla sufrir por el sufrimiento mismo, ponerla hasta el límite de sus sensibilidades, invitar al enojo y el odio de su trabajo de manera intencional, no solo con la crudeza de la obra, también con las temáticas que desarrolla en la narrativa, que van desde los controversiales tonos machistas hasta la profanidad de la filosofía que presenta el personaje. Es una perturbación difícil de ver y masticar pero, a pesar de todo, no se puede negar que es una aproximación estilística magistralmente ejecutada en pantalla.


Pero así como el autor muestra un lenguaje visual sólido, brilla de igual manera en la construcción de su concepto. A lo largo de la conversación entre Jack y el sacerdote, Von Trier entreteje varios aspectos metafísicos y sociológicos para poder aterrizar de manera completa las verdaderas intenciones detrás de todo lo mencionado. Inicia construyendo un discurso sobre la incongruencia en la fe religiosa, teniendo al catolicismo como conejillo de indias, realizando la pregunta: si hay un Dios misericordioso que hizo a la humanidad a su imagen y semejanza, ¿cómo permite que estas situaciones crueles sucedan sin ningún castigo terrenal inmediato?; esto es representado en la historia en como Jack afirma que si ha logrado escapar de las autoridades ha sido por intervención divina; que en cada caso ha tenido golpes de suerte que borran sus huellas y le han permitido seguir con su trabajo.


Ya que el concepto del cuestionamiento de fe ha sido desarrollado en su totalidad, Von Trier habla sobre la naturaleza malvada inherente en la condición humana. A semejanza del filósofo Maquiavelo, el autor pone en evidencia, a través de la historia, él como el ser humano tiene una atracción inevitable hacia la maldad, su constante búsqueda de violencia a través de la historia y como lo relaciona con la glorificación de los mismos, ya sea en las distintas disciplinas del arte o en la manera en la que personajes históricos crueles se han vuelto íconos de la sociedad moderna, como por ejemplo los famosos dictadores como Stalin, Mao Tse Tung, Idi Amin o, sobre todo, la alemania nazi de Hitler.


Es al terminar ésta construcción conceptual en la que Von Trier muestra sus verdaderas intenciones, tanto con la violencia explícita como con las controversiales temáticas que desarrolla. Con pequeños guiños presentados en el film hacia sus pasadas obras, Von Trier transforma la película en una exploración introspectiva de sí mismo. Jack deja de ser un personaje y se transforma en una metáfora del autor mismo, en cómo, a pesar de sus controversias fuera de cámara, su desafiante estilo técnico/narrativo y sus crueles historias castigadas por la audiencia, ha logrado salirse con la suya en toda ocasión y ha sido catalogado como un ícono cinematográfico.


De esta manera, Von Trier pone en evidencia a sus críticos y su audiencia; se mofa de la hipocresía de la sociedad, que se auto etiqueta como bondadosa debido a su conocimiento de las moralidades impuestas por la religión y las instituciones sociales, y de cómo se encuentra en constante búsqueda de satisfacer su necesidad morbosa de crueldad y violencia, a tal grado de etiquetarlo a él como uno de los mejores autores cinematográficos de la era moderna a pesar de su controversial carrera.


Sin revelar mucho de la conclusión, Von Trier radicalmente cambia el lenguaje de la película, pasando del estilo realista para adoptar una visión surrealista y así aterrizar el final de su exploración introspectiva. El autor nos ha demostrado a lo largo de "La Casa De Jack" el antes y el ahora de su trabajo y de su calidad como ser humano; es en los últimos momentos del film en las que nos da un guiño de lo que le deparará después de la muerte, el juicio que él cree merecer en el mundo metafísico y de cómo quedará su huella en lo terrenal. Sin duda alguna es una experiencia compleja difícil de analizar y procesar pero no cabe duda que Von Trier termina su obra con un claro mensaje de lo que él cree tiene merecido por sus obras cinematográficas y la figura pública que es.


Con todo lo mencionado, resulta evidente que "La Casa De Jack" no es una obra hecha para satisfacer las exigencias de un público cinematográfico casual. Se requiere tener conocimiento del autor y estar familiarizado con su estilo fílmico para poder analizar y digerir la película por completo. Si uno logra sobrepasar la crudeza de sus escenas explícitas, la complejidad filosófica y sociológica, encontrará una joya de obra, construida cuidadosamente con martillo y cincel, que resulta ser la más sólida y concreta que el 2018 ha presentado. Lars Von Trier no será un ser humano respetable pero no hay duda de su increíble talento en la disciplina audiovisual. Se estará expectante de sus futuros trabajos.


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