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Crítica: "Desobediencia" de Sebastián Leilo

  • Foto del escritor: Luis Javier Sanchez Gomez
    Luis Javier Sanchez Gomez
  • 21 dic 2018
  • 4 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 5 de septiembre de 2018.

En estos últimos años, el tipo de contenido que se ha visto en la pantalla cinematográfica, en un nivel comercial, se ha dividido en dos grandes tendencias. Con el superhéroe en su máximo esplendor, acompañado por todas sus imitaciones, y los últimos movimientos sociales cobrando fuerza al buscar la legitimización a través de la pantalla, las grandes productoras han aprovechado lo mencionado y marcado un mercado cinematográfico en el que el público solo busca dos tipos de films: los extremos escapes hacia la fantasía y las escandalosas protestas sociológicas; dos conceptos que se vuelven el núcleo de cómo debe ser medida la calidad de una película a ojos del consumidor.


Véase éste último año por ejemplo, con el rotundo éxito taquillero de "Avengers: InfinityWar" (2018), rompiendo records de ganancias a nivel mundial con universal aclamación, o con la Academia otorgando premios mayores a películas como "La Forma Del Agua" (2017) o "¡Huye!" (2017) que, aún teniendo sus propios y bien merecidos méritos artísticos, son reconocidas más que nada por su retrato metafórico, e invitación al debate, acerca de la situación actual de las comunidades marginadas en Estados Unidos.


Ya se vuelve raro el encontrar algún título que se aleje de dichas tendencias y no busque su reconocimiento en base a las tendencias modernas; que busque otro tipo de temas e ideas y que su despliegue en la pantalla grande sea de gran ejecución que torne a la obra cinematográfica en toda una experiencia gratificante y jugosa; ejemplos de ello pueden ser "Nunca Estarás A Salvo" (2017), "El Árbol De La Vida" (2011) o "Luz De Luna" (2016). En ésta ocasión, toca explorar "Desobediencia", una película que llega a ser subestimada en un principio pero que sorpresivamente cambia la dirección de su contenido con densos y conmovedores resultados.


La película relata un reencuentro inesperado de tres amigos. Ronit, una reconocida fotógrafa residente de Nueva York, regresa a su natal Inglaterra tras enterarse de que su padre, un respetado rabino de la comunidad ortodoxa judia, muere de pulmonía. Al asistir a su funeral es acogida por Dovid y Esti, amistades de la infancia de Ronit que ahora comparten la cotidianidad de un humilde matrimonio. El reencuentro de estas tres personas, acompañados cada uno con su propio duelo, contrastantes ideologías y viejos asuntos sin resolver, desata complejos dilemas emocionales que ponen a prueba el día a día y su peculiar forma de ver la vida.


En un principio, "Desobediencia" puede ser percibida como una película más que pretende presentar una temática acerca de la religión y su influencia de los roles de género en la sociedad. Ello es visto en el contexto de vida del trío de personajes principales. Ronit, al no compartir las tradiciones judías de la comunidad y ser una persona bisexual, es hostigada constantemente por su Iglesia y las amistades de su padre por negarse a seguir una vida devota. Dovid, discípulo del reconocido rabino, es constantemente elogiado al ser un miembro sabio y ejemplar de la comunidad y disfruta de las oportunidades que su papel como hombre le otorga. Mientras tanto, Esti se limita a una vida monótona al servicio de su esposo y tareas domésticas, marcada por las escrituras religiosas que le predican mientras trata de resolver su confusión con respecto a su preferencia sexual.


Teniendo la premisa y el papel que cada personaje juega en la historia, uno fácilmente puede predecir en qué dirección va la narrativa y la construcción del discurso que la película propone. Hasta que el director Sebastián Leilo decide que esto solo sirve como un contexto para aterrizar una idea más grande de lo que el espectador puede esperar.


"Desobediencia", poco a poco, pasa de ser un ensayo de carácter sociológico a una reflexión filosófica compleja y emocional, formado gracias a la última homilía que el padre de Ronit predica ante su comunidad, que relata una alegoría en el que Dios creó a tres tipos de seres en la tierra; a los ángeles, siendo aquellos que solo existen para cumplir la voluntad de su creador, a las bestias, que buscan más que nada la satisfacción de sus instintos, y al ser humano, al que le otorgó la dicha de la razón y el derecho a elegir su camino. Dichos seres son caracterizados por los protagonistas, Dovid jugando el papel del ángel, Ronit sirviendo como representación de la bestia y Esti interpretando a la humanidad y su compleja búsqueda de significado y propósito.


Cada diálogo y acción se vuelve una pieza que aporta un importante grano de arena al discurso que se busca aterrizar para el espectador. Un ensayo que desarrolla la exploración del hombre y el conflicto interno entre su instinto animal y su significancia metafísica, en el que solo la auto reflexión y el balance de ambas partes logra un hermoso resultado de entendimiento y plenitud de uno mismo con su alrededor, lo más cercano que se puede encontrar a la felicidad.


Este hermoso y emocional proceso es romantizado por el director, no solo a través de las excelentes actuaciones por parte del elenco principal y la liricidad que el diálogo escrito contiene, sino también a través de su despliegue técnico. Leilo utiliza un hibrido estético que podría ser catalogado como semi-realismo; la mayoría de las escenas son presentadas como un fragmento de fría realidad, donde dominan la cotidianidad y la monotonía. Conforme la trama avanza y el explorar metafísico de los personajes toma fuerza, la película deleita con pequeños parpadeos de belleza y pasión, logrado a través de breves composiciones visuales en el trabajo fotográfico y la hermosa banda sonora compuesta por Matthew Herbert, sin sacar al espectador del carácter realista del film. De ésta manera, las ideas del discurso quedan complementadas visualmente, concluyendo, en suma con el desarrollo narrativo del film, que la búsqueda de la felicidad del hombre es un hermoso proceso que, aunque no se tenga una respuesta clara, resulta en una experiencia inigualable que ha sido heredada de generación en generación.


Dicho todo lo anterior, "Desobediencia" brilla por si misma gracias a la manera en la que construye un complejo concepto y logra aterrizarlo en todas las maneras que se le es posible. Sin duda alguna queda como uno de los films mejor armados que se ha tenido la dicha de presenciar en éste año. Una recomendación personal a todo aquel espectador que busca un cine analítico y reflexivo que se aleje de las tendencias dominantes del cine moderno. Simplemente excelente.



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