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Crítica: "Cartas De Van Gogh" de Dorota Kobiela y Hugh Welchman

  • Foto del escritor: Luis Javier Sanchez Gomez
    Luis Javier Sanchez Gomez
  • 9 feb 2018
  • 3 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 7 de febrero de 2018.

Tras más de cien años acumulados en la historia del cine, el cinéfilo moderno ha demostrado una preocupación por el estado de la creatividad del medio. Con abundancia de remakes, secuelas, reboots y adaptaciones literarias en la presente fecha, se ha llegado a pronunciar la frase: "El cine actual se ha quedado sin ideas originales." En ocasiones, éste pesimismo termina por ser una virtud pues existen veces en las que, sin previo aviso, el espectador tiene la dicha de presenciar joyas cinematográficas, con innovadoras formas de presentarse en pantalla, que logran transformar la triste perspectiva en momentos únicos del séptimo arte. De ésta manera se puede referir a la película inglesa "Cartas De Van Gogh", un film semi-biográfico que cuenta los últimos días del pintor vanguardista, Vincent Van Gogh.


El film gira alrededor de Armand Roulin, un hombre en posesión de la última carta escrita por el famoso artista; tras una conversación con su padre, Armand se le atribuye la tarea de encontrar a la familia Van Gogh y entregar la carta. A través de su viaje y los distintos testimonios escuchados, nuestro protagonista conoce con mayor claridad las circunstancias de la muerte de Vincent y decide resolver un factor inconcluso, ¿fue un suicidio o un asesinato?


Con una premisa tan dramática, muy a la Orson Welles con "El Ciudadano Kane" (1941), se puede pensar que el film llegaría a descarrilarse a través de sensacionalismos y pesadas dramatizaciones. Sin embargo, los realizadores Dorota Kobiela y Hugh Welchman, presentan una propuesta bastante distinta que hace de la película una experiencia única.


En lugar de filmar la historia de manera convencional, se optó por la técnica de animación cuadro por cuadro; pero, en lugar de usar marionetas y sets miniatura, el dúo directoral utiliza cientos y cientos de lienzos llenos de pintura, una técnica jamás vista en pantalla que impacta desde que las primeras imágenes empiezan a correr. Los escenarios, paisajes, personajes y movimientos son presentados a través de la estética vanguardista por al que se conoce a Van Gogh. Se es testigo de cada pincelada, textura, forma, color, cuidado y dedicación que el equipo creativo tuvo durante la producción.


De ésta manera, además de atrapar la atención del espectador de manera inmediata, el film deja en claro que no busca sorprender al público con enredos narrativos, complejidades emocionales o recreaciones melodramáticas de la vida de Van Gogh, como se esperaría de una película biográfica. Existe un excelente complemento entre el desarrollo de la trama y la propuesta visual que hace que el público se entretenga con la historia pero, independientemente de los sucesos puestos en pantalla, no se distraiga del platillo principal y logre apreciar en cada fotograma el trabajo estético del pintor. Se puede referir a ella como una clase introductoria al legado de Van Gogh, pero eso sería disminuir la poderosa visión de Kobiela y Welchman para la realización de ésta película.


Fuera de lo mencionado, no hay mucho que agregar. La elocuencia visual y narrativa que "Cartas De Van Gogh" contiene es tal que toda intención es transmitida sin problema alguno y de manera exitosa. Definitivamente es una película que tiene bien aterrizado lo que busca como obra cinematográfica y lo logra de manera sublime; un tributo sencillo, ameno, concreto y conmovedor obligatorio para todo fanático del arte. En escasas circunstancias, se presentan films de éste calibre pero cuando se tiene la dicha de estar en la butaca y ser testigo de tal experiencia, no existe otra reacción que enamorarse de la capacidad que el séptimo arte tiene para sorprender aún a su audiencia.


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