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Crítica: "El Seductor" de Sofia Coppola

  • Foto del escritor: Luis Javier Sanchez Gomez
    Luis Javier Sanchez Gomez
  • 19 oct 2017
  • 3 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 18 de octubre de 2017

Desde su salto a la fama con "Perdidos En Tokio" (2003), la directora Sofia Coppola le ha demostrado al público y la crítica su talento cinematográfico con una peculiar forma de presentar historias. Ya sea explorando los días previos a la revolución francesa con "María Antonieta" (2006) o poniendo en pantalla a un grupo de jóvenes queriendo vivir el sueño americano con "Ladrones De La Fama" (2013), Coppola se distingue ya que sus temáticas e hilos narrativos no los construye a través de un desarrollo dramático convencional; se encarga de que todo se transmita presentando únicamente la cotidianidad del contexto temporal que maneja en cada uno de sus films. El caso de su nueva obra, "El Seductor", no es la excepción, transportando al espectador a los oscuros tiempos de la guerra civil estadounidense.


En primera instancia, "El Seductor" cuenta la historia de un grupo de mujeres, refugiadas en una escuela para dama, que dan asilo a un soldado yanqui que, mientras se recupera de una herida de guerra, tiene que esconderse de las tropas sureñas.


Aunque tenga una premisa prometedora, la película es uno de esos casos en el que la historia y la carga dramática no son la razón para ser presenciada, son simples herramientas para rodearse dentro de la atmósfera que la película maneja, creado gracias a la convergencia entre la dirección de arte, trabajo fotográfico y diseño de sonido. Esta tensa propuesta, de tono apreciativo, se presenta a la perfección durante la primera escena, en al cual una niña se encuentra en el campo recolectando hongos en una canasta cuando, sin previo aviso, encuentra a dicho soldado herido rogando por ayuda; todo ello mientras se escucha un contraste entre el pacífico sonido de pájaros cantando y el temeroso ruido de cañones disparando a la distancia.


Aun con lo ya mencionado, se debe añadir que la carta fuerte del film es la construcción de un interesante estudio de personajes. Mientras el soldado yanqui poco a poco se recupera, cada una de las mujeres es intrigada por su presencia a tal grado que llegan a seducirlo. De esta forma se crea una interacción en la cual ambas partes encuentran una distracción de la realidad; los personajes se encierran dentro de su momento de paz ignorando todos los horrores que la sociedad sufre a las afueras de su mansión.


Aún con los enternecedores y graciosos momentos provenientes de ésta relación, los cañonazos no dejan de sonar, la tensión social sigue en el aire y la realidad resurge de entre la distracción. La cotidianidad y tranquilidad de las mujeres y el soldado llega a un punto en el que ambas partes se ven obligadas a tomar decisiones morales fuertes, similares a las que un individuo debe tomar en el campo de batalla, por mera supervivencia. Así, se presencia como cada personaje cuenta con un punto de vista distinto, ya sea cuestionable o empático, acerca de la tensa situación que los amenaza, dando, en resumen, un efectivo discurso acerca de la posición que toma cada individuo en la sociedad, independientemente del contexto histórico, durante complicados y tensos conflictos sociopolíticos.


En sí, el propósito de "El Seductor" es el sentarse a presenciar la dinámica de la relación, analizar cada una de las piezas que forman ésta pequeña sociedad y el discurso presentado por Coppola. Alejándose, por mucho, de buscar el entretenimiento del público, la película resulta ser una efectiva pieza de estudio antropológico, hasta cierto punto, y con gran mérito de ser considerada una obra de arte. Quizás no sea una de las mejores del año, pero claro está que es un film obligatorio para el fanático del análisis cinematográfico.


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