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Crítica: "Eso" de Andy Muschietti

  • Foto del escritor: Luis Javier Sanchez Gomez
    Luis Javier Sanchez Gomez
  • 26 sept 2017
  • 3 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 20 de septiembre de 2017

‘Eso’, un nombre tan simple pero tan reconocible en la industria del entretenimiento. Ésta creación de Stephen King, publicada por primera vez en 1986, que relata el tormento que el famoso payaso demoniaco, Pennywise, provoca en un grupo de personas desde su infancia hasta la adultez se convirtió en un clásico instantáneo en el género de terror literario. Sin embargo, ésta historia llegó a tener un descomunal impacto cultural durante los años noventa gracias a la mini-serie televisiva producida por Warner Bros.


“Eso” (1990), con la icónica interpretación de Tim Curry como el personaje titular, aunque no fue bien recibida por la crítica en aquel entonces, se ha mantenido como un material audiovisual esencial para todo fanático de terror cinematográfico; y con múltiples repeticiones en la televisión internacional, Pennywise se convirtió en uno de los rostros más reconocidos en la cultura popular moderna.


Durante la presente década, con la constante presentación de remakes cinematográficos de películas de los ochentas y noventas, al momento que se anunció una nueva versión de “Eso” dividida en dos partes, el público fanático se encontraba temeroso de que el lenguaje visual de los films de terror modernos arruinara por completo la historia de Stephen King. El día de hoy, con la primera parte ya en la salas de cine, se puede decir que la película no solo mantiene a flote la historia, es presentada con tal calidad que supera, por mucho, a la mayoría de los films de terror contemporáneo y logra llegar a los talones de su predecesora.


Uno de los factores que hace destacar ésta reinterpretación del popular payaso/demonio es la manera en la que cada escena de horror es desarrollada. En lugar de utilizar el método de impacto, que es explotado constantemente en el género, "Eso" (2017) se enfoca en que cada elemento técnico esté en sincronía para lograr perturbar al espectador. Cada susto que se presencia en la película, en lugar de ser momentáneo, resulta constante. Hay una continua atmósfera de terror y fantasía en cada escena que logra mantener al público atemorizado y a la vez expectante de lo que sucederá después, esto es gracias al cuidado puesto en el trabajo fotográfico, la excelente actuación por parte del elenco juvenil, la tétrica dirección de arte y el considerable nivel de violencia gráfica mostrado en los efectos especiales. De igual manera se puede añadir la importante aportación provista por la banda sonora que, además de ser una herramienta esencial para la terrorífica atmósfera del film, se manifiesta como un ligero tributo a los clásicos del género durante los años ochenta.


Cabe mencionar que, aunque la película logra cumplir su objetivo de terror visual, hay una fuerte carga metafórica dentro de la historia. La idea central es presenciada a través de lo que Pennywise representa en el film, una manifestación física de la maldad y el miedo. Los protagonistas, al tener contacto con éste demonio, son confrontados por lo que más temen de la cruda realidad que viven; se enfrentan a la muerte de un ser querido, al acoso infantil, al abuso físico y psicológico familiar e incluso discriminación racial. Cada uno de los personajes, a través de éstas temáticas, mantiene un sólido arco que culmina en la sencillez del mensaje: hay que confrontar los miedos del mundo real. Una idea demasiado simple pero transmitida con tal efectividad gracias al trabajo puesto en el diálogo y su convergencia con el trabajo técnico ya mencionado.


A final de cuentas, ésta nueva interpretación de "Eso" resulta ser una experiencia pura de entretenimiento cinematográfico. Habrá que esperar una segunda parte para poder concluir si califica como un clásico de terror contemporáneo, al igual que la miniserie de los noventas. Pero, a lo que se ha presenciado en éste primer capítulo, "Eso" es puesto como ejemplo de un remake bien realizado y, a la vez, tiene el potencial suficiente para codearse con películas como "El Conjuro" (2013) y "The Babadook" (2014). Simplemente brillante e imperdible.


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