Crítica: "Baby: El Aprendiz Del Crimen" de Edgar Wright
- Luis Javier Sanchez Gomez
- 18 ago 2017
- 3 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 16 de agosto de 2017
Dejando a lado por el momento la tormenta que es el superhéroe cinematográfico, hay que formular la siguiente pregunta: ¿Qué sucede hoy en día con el género de acción? Uno puede percibir que ésta taquillera tendencia se ha quedado estancada en un estándar genérico; una formula reciclada que gira alrededor del concepto del 'héroe de acción' invulnerable, popularizado en los años ochenta, en el cual el espectador puede identificar, en gran cantidad de filmes modernos, los mismos clichés, conflictos y escenarios acompañados por una fuerte dependencia en el montaje y efectos especiales. Aunque existen variaciones que han sido aclamadas por la crítica, como "Otro Día Para Morir" (2014) y la aproximación western en el trabajo de Quentin Tarantino, uno no puede evitar percibir que la gran mayoría de los films de acción son exactamente iguales hasta cierto punto.
Entonces, teniendo esto en mente, ¿qué sucede con "Baby: El Aprendiz Del Crimen"? Éste film de acción, a manos del director de culto Edgar Wright, demuestra una visionaria propuesta técnica para contar la historia de Baby; un joven amante de la música atrapado en la vida criminal debido a su trabajo como conductor de huida para una banda roba-bancos. Ésta premisa puede que siga al pie de la letra el arquetipo del anti-héroe con corazón de oro que se ha visto múltiples veces en el género durante décadas; sin embargo, la manera en la que la historia es desplegada visual y narrativamente posicionan a ésta película como una experiencia de entretenimiento única en su tipo.
Sin demora alguna ni artificios, el film demuestra de manera efectiva y con gran claridad la manera en la que será contada desde la primera escena. Con un excelente cuidado en el montaje, complejas coreografías automovilísticas y al ritmo de una intensa canción de rock, los primeros cinco minutos de "Baby..." exhiben el carisma y adrenalina suficientes para atrapar al espectador de manera instantánea sin necesidad de mencionar una sola palabra. Es después de ésta carta de presentación que el film desarrolla a sus personajes dentro de una historia en la cual cada momento, peripecia y acción cometida se despliega de manera desprevenida, manteniendo así al público constantemente intrigado y en total desconocimiento de lo que sucederá después.
Lo que resulta interesante de la película es que es uno de esos raros casos en el que el cómo supera al qué. Aunque la trama resulta atrapante, lo destacable es la forma en la que Edgar Wright pone todos los elementos sobre la mesa para que el espectador no solo presencie la película y, en lugar de ello, haga de manera sincronizada el viaje emocional que presenta el personaje principal. Por medio de la actuación, el montaje y el diseño de audio se crea una atmósfera, llena melancolía, ligera violencia y estrés, que transmite el psique de Baby mientras se ve como su vida, una vez tranquila y amena, se torna caótica y descontrolada debido a su entorno criminal.
Parte importante de ésta sorprendente empatía emocional es la importancia narrativa que conlleva la banda sonora. Es claro que el propósito de la música popular en el cine, además de vender soundtracks, es el de fácilmente denotar un estado de ánimo en cierta escena, véase los créditos iniciales de “Guardianes De La Galaxia” (2014) como claro ejemplo. En “Baby…”, el uso de la banda sonora va más allá de ser una simple herramienta mercadológica, es un elemento que complementa la perspectiva del personaje. Como amante de la música, Baby le habla al público a través de sus audífonos; se presencia como la música es usada para alterar su alrededor y por medio de ella escapar de la realidad que vive, añadiéndole a ello que el montaje de varias escenas está sincronizada con el ritmo de cada canción hasta que Baby deja de escuchar su preciada música.
Aunque, “Baby: El Aprendiz Del Crimen” carezca de un mensaje profundo o conceptos complejos, no queda más que mencionar que es un film original y único. La industria ya no hace películas de acción de ésta forma y es por ello que resulta ser una experiencia de entretenimiento cinematográfico fresca y carismática. Una película imperdible que solidifica a Edgar Wright como un fuerte talento en la industria moderna.
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