Crítica: "Luz De Luna" de Barry Jenkins
- Luis Javier Sanchez Gomez
- 16 mar 2017
- 2 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 8 de marzo de 2017
¿Qué es lo que define a un ser humano? ¿Qué aspectos de la vida son los principales en la formación de la identidad de uno mismo? Muchos autores cinematográficos modernos han desarrollado y relatado una respuesta ante éstas preguntas complejas proporcionando así films que dan mucho de qué hablar en cuestión conceptual. Películas como “Boyhood” (2014) o “El Árbol De La Vida” (2013) son ejemplo de lo mencionado; aunque ambas coinciden en la temática se diferencian mucho en la formulación de su tesis (“Boyhood” ofrece un retrato fidedigno de la cotidianidad en la vida diaria y “El Árbol De La Vida” propone un viaje estético y existencial). Barry Jenkins con “Luz De Luna” se une a la discusión cinematográfica de ésta pregunta universal con sus propias distinciones y visionaria propuesta.
En primera instancia, “Luz De Luna” es uno de esos films en el que la experiencia cinematográfica que forma va por encima de su historia, que trata de un hombre descubriendo y definiendo su identidad homosexual a lo largo de su infancia, pubertad y adultez. En lugar de presentar aspectos melodramáticos para el entretenimiento del público, en el que éste tipo de temáticas suelen recaer, “Luz De Luna” ofrece un vistazo intimo y sobrio en el que el ritmo, el guión y la dirección actoral juegan y se turnan para construir un estudio de personaje sólido y complejo.
Pero más que proporcionar un estudio que invite al análisis, la película ofrece al espectador la oportunidad de sentir y apreciar la complejidad y belleza de los aspectos que forman parte del desarrollo humano. No se trata de la importancia de lo momentáneo como se ve en “Boyhood” o de un duelo metafísico como el de “El Árbol De La Vida”, si no que se trata de la percepción y dinámica que una persona tiene con su realidad inmediata, que en “Luz De Luna” resulta ser el gueto afroamericano estadounidense con problemas de pobreza y drogadicción. Cada persona conocida, palabra mencionada, situación presentada y acción realizada en pantalla se apilan y aportan su grano de arena para la definición del carácter emocional, social y sexual del personaje principal. En sí, la película no busca hablar de una situación o contexto en específico si no que pretende aproximarse a un discurso universal de la temática, que culmina celebrando el valor poético que existe en la intimidad que conlleva el proceso de descubrimiento personal que todo ser humano presenta a lo largo de la vida.
Hacen falta palabras y argumentos para describir en su totalidad que es lo que hace a ésta película tan destacable a comparación de lo que el cine moderno ha presentado hasta ahora. Solo queda decir que “Luz De Luna” resulta ser toda una experiencia emocional y humana que la pantalla grande ha proporcionado. Es un film que invita a sentir más que entender y, cuando se logra digerir en su totalidad, queda impregnada en la conciencia del espectador desde que los créditos finales comienzan a correr.
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