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Crítica: "Moana" de Ron Clements, Don Hall, John Musker & Chris Williams

  • Foto del escritor: Luis Javier Sanchez Gomez
    Luis Javier Sanchez Gomez
  • 6 dic 2016
  • 2 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 5 de diciembre de 2016.

Últimamente, se ha apreciado un cambio notable por parte de Disney al presentar su clásica propuesta fílmica de princesas. Comenzando con “Mulan” (1998) y tomando fuerza durante la última década, Disney ha presentado princesas muy distintas a las que había durante su época dorada. “La Cenicienta” (1950) o “Blanca Nieves Y Los 7 Enanos” (1937), por ejemplo, muestran una propuesta narrativa en la que su protagonista se mantiene en un papel pasivo, ya que su entorno y los personajes secundarios eran los elementos que contaban la historia y tomaban acción. Hoy en día, clásicas modernas como “Frozen” (2013) o, por parte de Pixar, “Valiente” (2012) muestran a una princesa protagonista más activa e inmersa en la acción a diferencia de las pasadas entregas del género. La nueva película musical de Disney, “Moana”, se une a ésta propuesta cinematográfica.


El primer aspecto que se puede notar durante los primeros minutos es la excelente calidad de animación. La convergencia entre el diseño de arte, la viva paleta de colores y la excelente fotografía proporcionan al film una estética atrapante y equilibrada, característica poco común en un film de animación por computadora. A la vez hay que mencionar que Disney logra una dinámica combinación entre la propuesta visual y su banda sonora. Éste aspecto ya se ha visto en películas de su tipo, como “Enredados” (2010) o “Frozen”, ya que es característico del género. Sin embargo, “Moana” destaca sobre las ya mencionadas debido a que su estética se transforma constantemente conforme la banda sonora se escucha en las escenas musicales, creando así un deleite visual para el espectador.


A la vez, lo que añade fuerza a su calidad cinematográfica es la construcción narrativa. Es claro que muchas de las historias de aventuras se guían por la fórmula griega de los doce pasos del héroe y la película en cuestión no es la excepción. Existen films que siguen tal narrativa pero, al concentrarse en el armar de la historia, pierden fuerza al descuidar otros aspectos. En éste sentido, los realizadores de “Moana” van más allá de solo presentar una fórmula y se encarga de construir cuidadosamente los perfiles de sus personajes. Tanto Moana, la princesa protagonista, como su compañero semi-dios Maui, cuentan con su propio arco. Moana inicia con una curiosidad indomable que poco a poco se transforma en descubrimiento personal mientras que la egolatría toda poderosa de Maui cambia a una humildad en busca de redención. Ambos perfiles desarrollados pueden separarse en dos películas por separado pero aquí logran presentarse de manera equilibrada y completa.


Además de ello, los arcos de Moana y Maui giran dentro de un arco conceptual más grande, en el que el tema central radica en la relación que el hombre tiene con la naturaleza. Resulta admirable la manera en la que los cuatro elementos narrativos ya mencionados quedan claros al momento en el que el espectador presencia la película.


Sin duda alguna, el film da mucho de qué hablar en cuanto a cine animado bien realizado. Satisfactoriamente cumple con todos los aspectos que la crítica cinematográfica toma en cuenta y, a la vez, entretiene al público en general. No importa con que ojo se mire, “Moana” resulta ser una excelente pieza cinematográfica.


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