Crítica: "No Manches Frida" de Nacho G. Velilla
- Luis Javier Sanchez Gomez
- 20 sept 2016
- 3 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 19 de septiembre de 2016.
Ya se ha hablado con anterioridad acerca de la posición que tiene el género de la comedia mexicana ante el público, la industria y su relevancia cinematográfica. Desde el éxito de taquilla de “Nosotros Los Nobles” (2013), la comedia ‘familiar’ mexicana ha tenido una excelente respuesta por parte del público haciendo así que el género sea el más producido actualmente. Sin embargo, películas como “No Se Aceptan Devoluciones” (2013) y “¿Qué Culpa Tiene El Niño?” (2016), aun teniendo su aceptación por el espectador, no han sorprendido a la crítica debido a que han reciclado la misma fórmula de lo que se conoce como ‘comedia mexicana’: formada por el excesivo uso de vulgaridades, humor sexual y referencias televisivas.
El caso de “No Manches Frida” no se separa mucho de lo ya mencionado. Lo que la diferencia de las películas anteriores es que cae en una categoría diferente, que es la comedia juvenil. Esto cambia parcialmente la dinámica del género ya que trata de cumplir las expectativas de un público en específico, adolecentes de entre 15 y 18 años. En ese sentido, el film incluye varios elementos con tal de venderse a dicha demografía, desde la dirección de arte, la elección musical y la temática presentada en el contexto de una preparatoria fuera de control.
A través de Zequi, un criminal que se ve obligado a trabajar como maestro, y Lucy, una joven maestra dedicada e inocente, se crea un contraste que mueve por completo al film, tanto en su comedia como en su discurso. En sí, la interacción entre los personajes mencionados, interpretados por Omar Chaparro y Martha Higareda respectivamente, da pie a la formulación de una comedia efectiva y graciosa. Sin embargo, el tratamiento de la premisa se torna algo cansado que ver ya que, a lo largo del film, lo que inició como una comedia situacional, rápidamente se va transformando en una constante repetición de humor vulgar y físico. Aunque es gracioso ver a Omar Chaparro actuar como el arquetipo del ‘maestro malo’, no se percibe como algo innovador y se pierde la atención fácilmente.
Aun con los detalles mencionados, “No Manches Frida” no pretende ser un bombardeo cómico vacío. Al tratarse de una película juvenil, los realizadores logran mantener un discurso cinematográfico claro y positivo para el público al que pretende llegar. Desarrollando temáticas como las consecuencias del vandalismo, el exceso en el uso de drogas, alcohol y tabaco, el film culmina con un mensaje que invita al adolecente mexicano a dejar de distraerse con dichas actividades nocivas y se enfoque en ser una persona responsable y dedicada. Es lamentable que éste sustancial discurso se vea opacado rápidamente por la contradicción que se crea en la formulación cómica del film (ya que al final de la película, muchos de los personajes continúan con dichos excesos).
En sí, “No Manches Frida” es un buen intento de crear algo innovador en la comedia mexicana, pero al ver que mucho del humor presentado recae de nuevo en lo que se conoce como la ‘mala fama’ del cine mexicano, se nota una vez más que la industria no quiere arriesgarse en presentar nuevo contenido cinematográfico si eso significa un sacrificio monetario. Es una película bien pensada para su público juvenil pero no lo suficiente para llegar a una relevancia cinematográfica.
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