Crítica: "Cuando Las Luces Se Apagan" de David F. Samberg
- Luis Javier Sanchez Gomez
- 2 ago 2016
- 2 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 1 de agosto de 2016.
Cuando se tiene una buena idea, cinematográficamente hablando, es inevitable casarse con ella y quererla explotar lo más posible para experimentar que se puede plasmar en la pantalla grande. Hace tres años, David Samberg acomplejó el concepto del miedo a la oscuridad proporcionando un cortometraje, de no más de tres minutos, en el que, sin palabras, logra crear una atmósfera tétrica con una historia muy sencilla. Éste cortometraje tuvo inmensa ovación al ser compartida por las redes sociales, dándole así, el reconocimiento por parte de Warner y la oportunidad a Samberg de expandir la idea en su ópera prima.
Su concepto inicial, como toda producción cinematográfica, pasó por muchas manos, diferente escritor y varios productores. Esto resultó en “Cuando Las Luces Se Apagan”, una excelente idea convertida en ‘una película más’. Aunque Samberg se mantiene fiel estéticamente a su cortometraje “Lights Out” (2013), el film presenta un tratamiento genérico y mediocre de lo que pudo ser una obra maestra de terror moderno, así como “The Babadook” (2014) o “Está Detrás De Ti” (2014).
Desde la primera escena, “Cuando Las Luces Se Apagan” es muy directa con su propósito, el asustar por medio de sorpresa y diseño de audio saturador, técnica reciclada una y otra (y otra y otra) vez en infinidad de películas del género. La construcción del guión, centrado en lo ya mencionado, no muestra personajes originales ni que tengan capacidad de formar empatía por parte del público; en cambio, los diálogos son redundantes y no aportan en absoluto al terror que se quiere presentar. Es por eso que puede llegar a sentirse que la película no avanza hasta que de repente llega a su fin.
“Cuando Las Luces Se Apagan” termina siendo una película que no aporta absolutamente nada innovador en al cine de terror. Solo es una película paranormal más. Al menos, la lección para los realizadores se resume en una sencilla frase: el tener una buena idea no significa tener una buena película.
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