Crítica: "Londres Bajo Fuego" de Babak Najafi
- Luis Javier Sanchez Gomez
- 22 mar 2016
- 2 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 21 de marzo de 2016.
Hay dos lados de una misma moneda en el objetivo de una obra cinematográfica, el entretener y el comunicar. Así como hay películas que contienen el desarrollo de temática, existen filmes en el cual el único propósito es el de “pasar el rato”. Es la ejecución de estos factores, acompañado por el aspecto técnico, que vuelve a un film tanto memorable como mediocre.
Tomando esto en cuenta, el film de acción “Londres Bajo Fuego” no pone sobre la mesa una propuesta significativa en el ámbito cinematográfico. Queda claro desde que se conoce la premisa, que la película no contiene un objetivo mayor que el del entretenimiento. Uno puede decir incluso que, precisamente por tratarse de una película de acción, era de esperarse que no hubiera calidad existente, pero películas como “Mad Max: Furia En El Camino” (2015) o “El Expreso Del Miedo” (2013) han desmentido este dicho al presentar una construcción de sus respectivas tramas, a través de las capacidades estéticas y técnicas cinematográficas, al grado que han llegado a ser consideradas clásicas del cine de culto. Es el reciclaje del héroe norteamericano de acción y la carencia de una innovación técnica que vuelven a “Londres Bajo Fuego” un intento desesperado y mediocre de formar parte de la cultura del cine de acción.
Cabe mencionar que una de las principales funciones del cine es su efectividad como herramienta de comunicación masiva para dar a conocer un punto de vista cultural y social acerca de las distintas problemáticas contemporáneas. Sin embargo, esta característica es un arma de doble filo. El contenido sociológico del cine, en relación con temas socio-políticos, debe mantener un tratamiento bien pensado y discreto ya que hay una delgada línea entre el punto de vista objetivo y una perspectiva extremista.
El género de acción estadounidense ha explotado esta característica proporcionando perspectivas poco objetivas de los diferentes conflictos socio-políticos de la historia, adaptando y cambiando constantemente al enemigo principal del héroe norteamericano. Así como existió un tiempo en el que los villanos eran los espías soviéticos, para luego darles el papel a los narcotraficantes latinos, en “Londres Bajo Fuego”, al igual que en la mayoría de las películas de acción de nuestra época, el enemigo principal de la sociedad estadounidense es el terrorista árabe.
El grado, en el que los personajes mencionan sus respectivos diálogos y la trama realiza una descripción estereotípica de la problemática, llega a ser de tono propagandista haciendo conocer al espectador que la nación estadounidense tiene el “permiso” de matar al asesino terrorista de medio oriente, una dualidad moral increíble y poco sensible a la realidad objetiva del conflicto. No solo eso, sino que también expresa orgullo al realizar dichas acciones ya que es por el bien común de la sociedad, no solo americana, sino mundial; o como lo expresan al final del film: “por el bienestar de nuestros hijos para un futuro mejor”.
Es cuestionable e incluso sorprendente que aun en estos tiempos se hagan películas con tal insensibilidad moral y proporcionen una perspectiva extremista de nuestra sociedad. “Londres Bajo Fuego” hace un reflejo triste de la calidad humana estadounidense al querer posicionarse en el lugar que ellos piensan que deben tener como héroes del mundo. Simplemente un pensamiento infantil y poco moral.
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