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Crítica: "Brooklyn: Un Nuevo Hogar" de John Crowley

  • Foto del escritor: Luis Javier Sanchez Gomez
    Luis Javier Sanchez Gomez
  • 1 mar 2016
  • 2 Min. de lectura

Primera vez publicado en Periódico El Mexicano el 29 de febrero de 2016.

Si hay una palabra con la que se puede describir el drama de la película es su sencillez, no en un sentido negativo, si no positivo. Claro está que la trama del film involucra un escenario clásico y característico de las películas románticas, una mujer que conoce a dos hombres de distintas culturas y debe decidir quién es dueño de su corazón. Esta premisa ha sido explotada de manera constante y utilizada, no solo en el medio cinematográfico, también en formatos televisivos, teatrales y literarios. Entonces, ¿cómo es que destaca Brooklyn con tal contexto? Es principalmente que, dentro de la forma en la que se ejecuta la historia, se quiebran los estándares del género romántico moderno.


Uno de los aspectos que le han dado mala fama al género, y razón por la que la mayoría del público no lo toma en serio, es la saturación de situaciones, diálogos y comedia que radican a una representación artificial del romanticismo. Es por el reciclaje continuo de estas características que uno puede empezar a ver una (famosamente llamada) “chick-flick” y predecir, casi instantáneamente, que es lo que sucederá al final con tal solo unos cuantos minutos transcurridos. Por el otro lado, Brooklyn mantiene estos aspectos en un nivel moderado, evadiendo la saturación y el artificio romántico, haciendo disfrutar al espectador de la trama sin necesidad de crear una urgencia por predecir el desenlace, he ahí su bien pensada y correcta sencillez.


Sin embargo, el triángulo amoroso no es la única cuestión de la historia. En esta también se percibe un enfoque perfecto acerca de un capítulo importante en la vida de todo ser humano, el paso a la independencia. Eilis, personaje principal y originaria de Irlanda, se muda a la ciudad neoyorkina para comenzar a ser “alguien en la vida”. A pesar de que el personaje es el eje central de la historia, la película destaca más en su entorno y las distintas personas que aportan una enseñanza significativa a su formación. Debido a ello, el espectador puede sentir una empatía inmediata, recrear la experiencia del viaje y la transición hacia la independencia al ritmo en el que el personaje lo va haciendo, poco a poco. A la vez, se acompaña a Eilis en el regreso a su tierra natal, creándole un contraste e incertidumbre existencial en el que debe decidir entre el hogar que la vio crecer como una mujer independiente en Nueva York y su pertenencia familiar y afectiva en Irlanda.


Muy pocas películas logran crear tal nivel de empatía en el público. El crédito se le debe dar al guionista Nick Hornby al buscar el equilibrio entre el desarrollo de la historia y la percepción efectiva del subtexto. Es precisamente por esta característica que Brooklyn se aleja de ser una película romántica promedio y la destaca como una representación fiel y poderosa de la formación humana y emocional a través de uno mismo. Y a fin de cuentas, ¿que no eso le sucede a toda persona al momento de sufrir el salto a la independencia? Un discurso hermoso para un excelente y sencillo film.


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© 2016  Luis J. Sánchez Gómez 

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